Hotel Puerta Sepúlveda

Muy limpio y ellas muy amables, pero ni la cama doble que se nos dijo, pedimos que tuviesen cerveza sin gluten para por la noche y resulta que el bar sólo abre por la mañana, llegamos a las 16' y no nos pudieron poner ni una pulga de comer (en Sepúlveda no te dan de comer a esas horas tampoco y veníamos de las canoas desmayados...) Desayuno para dos - dos cafés, dos tostadas con aceite, tomate de bote y jamón 19'50€... En El Escorial, con tomate fresco, más jamón y menos salado y el doble de grandes habríamos pagado la mitad

Extraordinaria, gracias Maku, Toni y Elena, la experiencia ha sido maravillosa, vuestro hotel es excepcional, habitaciones con mucho encanto, una atención inmejorable, rodeado de unas vistas excelentes, y con unos parajes que te dejan sin aliento, todo ha sido de 10, sin duda repetiremos.

Pues muy bonito y cómodo, a la entrada del pueblo y con aparcamiento.

Todo genial, las habitaciones son perfectas y el servicio de diez.

Entré por primera vez en el hotel Puerta de Sepúlveda buscando un lugar tranquilo donde tomar un café después de una excursión otoñal bajo álamos erguidos y encendidos de amarillo. El buen recuerdo que me quedó de la atención recibida me llevó a refugiarme allí unas navidades en que necesitaba alejarme de todo y he mantenido esa tradición desde entonces, además de otras estancias esporádicas a lo largo del año. En todo ese tiempo, he admirado y admiro el tesón de una familia por sacar adelante un negocio construido, literalmente, con las propias manos, desde las vigas de las buhardillas hasta los arcos de las puertas o la escalera. He comprobado el cansancio, a veces el agobio, las dificultades de tratar con ciertos clientes que exigen sin reciprocidad ninguna y las angustias que experimentamos la mayoría de los autónomos, pero también la permanente amabilidad, el orgullo de un trabajo bien hecho, el sentido del humor y la integridad. En un mundo donde los valores del corazón parecen extraviarse en medio de la rapiña y el abuso, me encuentro una y otra vez en un lugar con alma. El hotel es delicioso, el servicio esmerado y la atención personalizada (de verdad). Pero confieso que, con esta reseña, quería sobre todo rendir tributo a las personas que me reciben con cariño y esperan a que les avise cuando regreso de mis paseos: «Sana y salva en mi habitación». Gracias por todo.

El hotel está a las afueras pero andando se llega enseguida a la plaza mayor. Tiene aparcamiento para clientes justo delante. Las habitaciones son amplias. La atención muy buena. No tienen ascensor por lo que si vas con bebés, mejor dejar el carrito en el coche o en un salón que tienen en la planta baja. Para desayunar, elegimos el desayuno completo, tienen pan sin gluten para celiacos. El desayuno muy bien aunque el jamón algo salado. La única pega que tengo es el aire acondicionado. No se puede regular a menor temperatura de la que te ponen ellos, y solo funciona durante un horario concreto. Como solo te dan una tarjeta, por la noche cuando llegamos pusimos el aire un rato pero apenas se notaba ni refrigeraba el ambiente, así que pasamos una noche horrible del calor que hacía. Íbamos con un bebé y tuvimos que dejarle solo con el pañal para dormir.

Me ha encantado la habitación, las camas son cómodas en mi caso más bien durita que es lo que me gusta. Además son amplias. La atención de Macu es genial. Muy limpio todo. La facilidad de aparcar en sus aledaños es genial dada la dificultad de aparcamiento en Sepulveda y su cercanía al centro de la ciudad.Si vuelvo a Sepulveda será referencia!

Solo hicimos un alto en el camino y desayunar, el desayuno muy bueno, muy amables, se nota el que es un negocio familiar y todo estaba muy limpio. Nuestra próxima parada será para alojarnos en el ya que nos pareció un buen lugar.

La única pega que puedo poner es que la habitación se supone que tiene aire acondicionado, digo se supone porque no se nota nada. Muchísimo calor en la habitación en pleno mes de agosto. Ha sido horrible! El resto todo perfecto.